Los misioneros de España llegaron a India en el siglo XVI para predicar el Evangelio de Jesús. La gratitud de mi pueblo hacia quienes nos han traído la fe es muy grande. En mi pequeñez, quiero pensar que yo, ahora, aquí en España, estoy expresando mi agradecimiento por la fe recibida y deseo compartirla.
Con intensa oración y reflexión me preparé tres años, antes de venir a España. Yo quería ser misionera pero, ¿dónde? Hasta que llegó el día en que el Señor me sacó de mi país para venir a servir a esta tierra de España, donde llegué el 12 de Marzo del 2009; día memorable e inolvidable en mi vida. Era la primera vez que yo salía de mi país, India. Tenía la sensación de estar naciendo nuevamente. En vuestra lengua, la única palabra que sabía decir es ¡Gracias!
Doy gracias a Dios por haberme acompañado y bendecido en todo momento, dándome la fuerza necesaria para que mi sueño de ser misionera paulina sea hoy una realidad. Al llegar aquí, para mí cualquier experiencia es maravillosa y me llena de asombro. Tengo mucho para dar y mucho que aprender. En general me gusta la gente, la tierra, la cultura, el clima... A la comida me estoy adaptando poco a poco, etc.
Mis hermanas son amables, acogedoras, comprensivas, pacientes y respetuosas con todos. Están abiertas a vivir en comunidades cada vez más internacionales, donde la riqueza de cada cultura es un don de Dios puesto al servicio de los demás. He frecuentado algunas clases de español y también algunos hermanos y hermanas me están ayudando a hablar cada vez mejor esta hermosa lengua.
Mi Familia
Mi familia es la primera escuela, donde he conocido, recibido y cultivado el amor por la vocación religiosa. Desde niña recuerdo que mis padres nos enseñaron a no ir a la cama sin rezar. Nos educaron en valores que ahora nos sostienen como personas; nos formaron para la vida. He nacido en el estado de Orissa (Norte de India) en una pequeña ciudad. Los cristianos son numerosos en las distintas tribus, que tienen su propia lengua, algunos ritos litúrgicos propios e interesantes tradiciones folclóricas. A pesar de la persecución a la Iglesia cristiana, hay fervor en la gente y Dios bendice esta Iglesia con muchas vocaciones. En mi diócesis cada año hay 25 o 30 ordenaciones sacerdotales. Los sacerdotes y los numerosos religiosos y religiosas de Orissa ayudan como misioneros a Iglesias de otras regiones de India.
Vengo de una familia numerosa: somos once hijos, cinco mujeres y seis hombres. De las cinco mujeres, tres somos religiosas de distintas congregaciones: una es Carmelita, otra de San José de Chambery y yo Hija de San Pablo (Paulina). De los hermanos, uno es sacerdote y otro es seminarista. Mi padre vive todavía, pero mi madre murió en el año 2001. Todos mis hermanos son generosos, alegres, de buen corazón y nos queremos mucho. Esta relación con ellos me ayuda en mi vida, vocación y misión paulina.
Mi Historia Vocacional
Mi deseo de ser religiosa lo sentí cuando tenía 8 años. Y con esa ilusión estudiaba. No niego que, como toda adolescente y toda joven, tuve mis tentaciones y deseos de echarme atrás, pero poco a poco fui entendiendo que la vocación no era cosa mía sino un don de Dios, al que yo desde mi libertad podía decir SÍ. Un día le dije a Jesús: bendíceme, para que yo sepa discernir bien sobre mi vida, porque la quiero entregar a tu servicio.
Luego escribí una carta a mi primo sacerdote, contándole que quería ser religiosa pero no sabía a qué congregación dirigirme. Él conocía muy bien a las Hijas de San Pablo a las que me recomendó. Aunque las hermanas no hablaban mi lengua, visitaron mi familia: fue un encuentro muy bonito. Estaban en mi pueblo haciendo una misión; me gustó verlas alegres y trabajadoras, con su tiempo reservado para la oración y muy abiertas para acoger a los demás.
Ingresé en esta comunidad el 8 de septiembre de 1998 en la ciudad de Kolkata (Calcuta) y después de 20 días fui a Mumbai. Cuando entré en la comunidad vi que las hermanas eran felices, aún viviendo en sencillez y pobreza.
La misión de las Hijas de San Pablo me gustó desde el primer momento; su espiritualidad, centrada en Jesús como Maestro, Camino, Verdad y Vida. La figura de San Pablo me cautivó. Su pasión y amor por Jesús, su generosidad, su sacrificio en el anuncio del Evangelio; me llamaba la atención que Él siempre hablaba en nombre de Jesús.
Me siento muy feliz como Hija de San Pablo. Me dedico a nuestra misión de ofrecer la Palabra de Dios utilizando todos los medios de comunicación que estén a nuestro alcance. En mi jornada se alternan los tiempos entre el trabajo apostólico, la oración y también el estudio para continuar mi formación y preparación cultural. Como misionera paulina, sueño para el futuro con capacitarme cada vez más a todos los niveles (espiritual, cultural, profesional...), para servir mejor en nuestra misión evangelizadora. Le pido a Dios que me dé la gracia de ser, entre mis hermanas y ante los demás, una presencia de amor y comprensión.
Me gustaría decir hoy a los jóvenes…
Me encanta encontrar con los jóvenes y compartir con ellos lo que es la vida religiosa y mi experiencia con Dios. El mensaje que quiero comunicarles/transmitirles es: “Construid en el corazón los valores de Jesús”. Rezo para que puedan escuchar y responder a su llamada.
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